Abro
el armario del espejo del baño, miro, ese bote de mis vitaminas y pienso, por
qué no tomar una si eso, me hace recordar que no me he muerto.
Una,
resbala por mi garganta, un poco de agua, es la misma cantinela toda las
mañanas.
Y
empiezo, a ver las cosas como yo quiero, a ver que el mundo me sonríe y pienso,
que tengo ganas de vivir, que tengo ganas de soñar y de volar.
Salgo
a la calle, saludo a todo el mundo, por mis venas corre euforia, corren ganas
de vivir, de sentir, de amar.
Miro
las nubes rosas, y los pájaros azules sobrevolando la ciudad. Veo a la señora
que pasea a su perro de peluche, veo a los dos señores con boinas de colores
sentados en un banco de cristal. Veo a preciosas chicas, caminar de la mano de
apuestos chicos. Y sigo caminando.
Llego
a mi clase, suena el celestial timbre que indica que empieza una maravillosa
jornada, todo el mundo sonríe, todo el mundo es feliz. Entra la profesora,
tarareando una bonita canción, como todas las mañanas, iluminando los rostros
de sus alumnos, veo, como todos escuchan encantados las maravillosas palabras
que salen de la boca de aquella hermosa profesora.
Llega
la última clase. Las radiantes sonrisas de los alumnos, han desaparecido y las
han usurpado tristes sonrisas cansadas, la profesora arrastra los pies con
desgana, al igual que arrastra sus palabras, como prolongando la agonía.
Suena
el timbre, ese sonido celestial otra vez, pero esta vez solo nos indica la
liberación de lo que se tornó infernal.
Salgo
a la calle, las nubes están grises, y empieza a llover sobre el asfalto. Miro a
la derecha, dos viejos verdes soltándole improperios a las chicas, sentados en
un banco, sigo caminando, un perro se me acerca, una patada le propino, que
asco de bestia, solo veo vulgares chicas caminando al lado de macarras, ellos sonríen satisfechos por ese
trofeo, y ellas sonríen, satisfechas de ser las más putas del barrio, hay
tantas como ellas.
Llego
a casa, abro la nevera, vacía, solo unas lonchas de viejo chorizo, y el pan
encima de la mesa, que ya sale moho de él. Me hago un bocadillo, que me meto a
la boca y acto seguido, se me revuelve el estómago, y al baño voy corriendo.
Arrodillada
ante la taza del wáter vomito, aquella putrefacta comida que acabo de intentar
ingerir.
Me
levanto, con los ojos llorosos, y me acerco al espejo, veo mi rostro desecho,
pego un golpe al lavabo, con el cual solo consigo hacerme más daño.
Miro
al frente, y veo mis vitaminas, mi billete de ida y vuelta, tan apetitosas como
siempre, pienso, en que eso me devolverá el aliento.
Se
desliza otra por mi garganta, un sorbo de agua. Y la luz de la estancia se hace
más clara.
Buaaa, sinceramente me dejas sin palabras...no se que pensar...
ResponderEliminarAlrry
sobretodo, no pienses nada malo... xD
EliminarEspero que por lo menos te haya gustado... n_n
Muchísimas gracias por tu comentario.
Saludos! n_n
Me encanta la progresión del relato. Expresas perfectamente lo que significa el mundo de las drogas, lo que es estar metido en algo así, en lo que lo único que importa son las pastillas. Empiezas con algo muy positivo y después se va ensombreciendo, muy bueno, sigue escribiendo porque vales para esto.
ResponderEliminarUn abrazo ^^
Chuck Norris ^^
Gracias por tu comentario Chuck! n_n
Eliminarveo que lo has entendido, y me alegro de haber reflejado eso, pues era lo que exactamente lo que quería.
Saludos! n_n