sábado, 3 de marzo de 2012

Billete de ida y vuelta


 
Abro el armario del espejo del baño, miro, ese bote de mis vitaminas y pienso, por qué no tomar una si eso, me hace recordar que no me he muerto.

Una, resbala por mi garganta, un poco de agua, es la misma cantinela toda las mañanas.

Y empiezo, a ver las cosas como yo quiero, a ver que el mundo me sonríe y pienso, que tengo ganas de vivir, que tengo ganas de soñar y de volar.

Salgo a la calle, saludo a todo el mundo, por mis venas corre euforia, corren ganas de vivir, de sentir, de amar.

Miro las nubes rosas, y los pájaros azules sobrevolando la ciudad. Veo a la señora que pasea a su perro de peluche, veo a los dos señores con boinas de colores sentados en un banco de cristal. Veo a preciosas chicas, caminar de la mano de apuestos chicos. Y sigo caminando.

Llego a mi clase, suena el celestial timbre que indica que empieza una maravillosa jornada, todo el mundo sonríe, todo el mundo es feliz. Entra la profesora, tarareando una bonita canción, como todas las mañanas, iluminando los rostros de sus alumnos, veo, como todos escuchan encantados las maravillosas palabras que salen de la boca de aquella hermosa profesora.

Llega la última clase. Las radiantes sonrisas de los alumnos, han desaparecido y las han usurpado tristes sonrisas cansadas, la profesora arrastra los pies con desgana, al igual que arrastra sus palabras, como prolongando la agonía.

Suena el timbre, ese sonido celestial otra vez, pero esta vez solo nos indica la liberación de lo que se tornó infernal.

Salgo a la calle, las nubes están grises, y empieza a llover sobre el asfalto. Miro a la derecha, dos viejos verdes soltándole improperios a las chicas, sentados en un banco, sigo caminando, un perro se me acerca, una patada le propino, que asco de bestia, solo veo vulgares chicas caminando al lado de  macarras, ellos sonríen satisfechos por ese trofeo, y ellas sonríen, satisfechas de ser las más putas del barrio, hay tantas como ellas.

Llego a casa, abro la nevera, vacía, solo unas lonchas de viejo chorizo, y el pan encima de la mesa, que ya sale moho de él. Me hago un bocadillo, que me meto a la boca y acto seguido, se me revuelve el estómago, y al baño voy corriendo.

Arrodillada ante la taza del wáter vomito, aquella putrefacta comida que acabo de intentar ingerir.

Me levanto, con los ojos llorosos, y me acerco al espejo, veo mi rostro desecho, pego un golpe al lavabo, con el cual solo consigo hacerme más daño.

Miro al frente, y veo mis vitaminas, mi billete de ida y vuelta, tan apetitosas como siempre, pienso, en que eso me devolverá el aliento.

Se desliza otra por mi garganta, un sorbo de agua. Y la luz de la estancia se hace más clara.

4 comentarios:

  1. Buaaa, sinceramente me dejas sin palabras...no se que pensar...

    Alrry

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. sobretodo, no pienses nada malo... xD

      Espero que por lo menos te haya gustado... n_n

      Muchísimas gracias por tu comentario.

      Saludos! n_n

      Eliminar
  2. Me encanta la progresión del relato. Expresas perfectamente lo que significa el mundo de las drogas, lo que es estar metido en algo así, en lo que lo único que importa son las pastillas. Empiezas con algo muy positivo y después se va ensombreciendo, muy bueno, sigue escribiendo porque vales para esto.

    Un abrazo ^^

    Chuck Norris ^^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por tu comentario Chuck! n_n

      veo que lo has entendido, y me alegro de haber reflejado eso, pues era lo que exactamente lo que quería.

      Saludos! n_n

      Eliminar