martes, 17 de marzo de 2015

Mis héroes, hoy, mañana y siempre

Muchas personas querrán retornar a su infancia por el hecho de que antes no tenían preocupaciones, porque podían jugar y jugar y nadie se lo reprochaba, porque habrían hecho las cosas mejor y por muchas cosas más, pero seguramente pocas de ellas habrán dado con la razón que yo tengo para querer retornar a mi más tierna infancia, pero seguramente muchos se sentirán identificados al leer esta entrada.

Me gustaría volver a creer que mis padres son superhéroes, personas invulnerables y que nunca se irán de mi lado, me gustaría que eso fuese así y que de alguna forma, al creerlo fuese como cierto. Sé que ningún padre quiere sobrevivir a sus hijos pero, ¿Quiere un hijo sobrevivir a sus padres? En ese doloroso páramo donde fluye esa cuestión me encuentro. Porque no sé responder a esa pregunta, solamente deseo volver a sentir que ellos son superhéroes que me protegen y que estarán siempre ahí para sacarme las castañas del fuego y quizás sea por irresponsabilidad mía, por poca madurez o por comodidad, quién sabe, pero les necesito, les necesité ayer, les necesito hoy y les necesitaré mañana y con toda certeza puedo decir que será así hasta el fin de mis días.

Aunque una cosa es cierta, por mucho que estén ajados, que los años les hayan pasado factura, que detrás de un problema les venga otro, ellos siempre serán mis héroes, porque gracias a ellos he aprendido muchos valores y aunque no tengan superpoderes, nadie les puede quitar la categoría de héroes que se han ganado a pulso, porque les quiero, porque siempre les querré y porque estarán siempre conmigo, en mi corazón, en mis recuerdos y siempre intentaré ser mejor, hacer lo mejor, por ellos. Para que algún día, ellos estén tan orgullosos de su pequeña, como yo lo estoy de ellos.

Os quiero, papá y mamá.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Palabras de una demandante de empleo

Hoy no fue el día exacto en el que di con la clave de la crisis que sufre el empleo en España, de hecho vengo dándome cuenta de ello durante el año que he estado buscando trabajo de manera prácticamente infructuosa. Seguro que muchos de los que leéis esto ya os habéis parado a pensar en lo mismo, pero he sentido una necesidad imperiosa de compartir lo que pienso con vosotros.

Desde hace un tiempo, he notado que de manera generalizada, mucha gente, generalmente jefes y personas trabajadoras en activo, piensan de una manera muy similar. ¿Cual es esta forma? Os lo cuento. Parece ser que lo más generalizado es pensar que si uno no trabaja es porque no quiere, ya que no les parece coherente rechazar una oferta de empleo abusiva. Y lo peor de todo, es que siempre habrá alguien que acepte ese empleo, por muy denigrante que sea la oferta, ya que siempre habrá alguien lo suficientemente desesperado para tener que hacerlo. Pero no es esto lo que critico, si no el hecho de que se piense que es lo único a lo que podemos optar, a contratos abusivos, ya que durante este año y especialmente este último mes, he escuchado mucho el "por algo se tiene que empezar", claro, es cierto, pero si yo acepto ser explotada, otra persona tendrá que hacerlo luego, porque siempre habrá alguien en la misma situación que yo.

Llegados a este punto de este texto, habrá alguna gente que piense: "Esta chica lo que no quiere es trabajar, quiere que le paguen por estar en casa sin hacer nada". Pues no, no es así. De hecho, aceptaría cualquier tipo de trabajo que pueda desempeñar sin cláusulas abusivas, en el que me traten como lo que soy, como una persona y que me permita vivir dignamente. Pero eso señores, no es posible del todo en la España en la que vivimos, ya que muchas personas opinan que los que estamos parados lo estamos porque queremos, que a los jóvenes nos encanta ser unos "buenos para nada" y que no estamos hartos de que aunque queramos empezar con todas las ansias del mundo, no paren de cerrarnos las puertas en las narices.

En fin, la clave de la crisis del empleo radica en lo absurdo de la condición humana. Que no se quiere para los demás lo mismo que queremos para nosotros. Que nos gusta pisar cabezas ajenas para llegar a lo más alto y sobretodo, que nos gusta reclamar pero nunca dar. Porque señores, la solidaridad es algo que no viene en la condición humana, porque si no, no habría hambre en el mundo.

Entonces, ¿Qué podemos hacer para conseguir lo que nos proponemos? No rendirnos nunca y apostar por un empleo digno para todos, porque recuerda, lo que tú aceptas, otra persona tendrá que aceptarlo luego.

¿Qué queremos? Trabajar. ¿Cómo lo queremos? Dignamente. ¿Cuándo lo queremos? Cuanto antes, porque los días pasan y todos disponemos de una vida para disfrutarla.

jueves, 22 de mayo de 2014

"Ex Libris" por Sandra Andrés Belenguer [Comentario]


Título original: Ex Libris
Autora: Sandra Andrés Belenguer
Editorial: Everest
Año de publicación: 2012
Género: Drama, fantasía, romance.
Número de páginas: 396
Sinopsis: Lara es apodada como "La nueva" o "Bicho raro" en todos los institutos en los que se matricula. La principal razón de su marginación es que Lara solo parece interesada por la literatura y no es nada hábil en las relaciones sociales. Cuando ha conseguido tener alguna amiga, tampoco ha sabido conducir bien esa amistad. Lara vive en París, ciudad a la que sus padres han emigrado dos años antes. Cuando tuvo que mudarse pensó que ese cambio de lugar supondría para ella una oportunidad para recomenzar una vida que no le gustaba. Sin embargo, en su nuevo instituto continúan las risas, los murmullos y la actitud distante de sus compañeros. Agobiada por un suceso desagradable con los gamberros de su clase, se va a un parque cerca del cual descubre una extraña librería, la librería Blanchard. Su cartel es un libro abierto con las letras "Ex Libris" y dos interrogantes en él. Aunque la tienda parece muy antigua y cerrada al público, llevada por su incansable curiosidad y para refugiarse de la lluvia, Lara decide entrar.
El librero, un tipo extraño, la cita para días más tarde. A partir de ese momento, Lara comienza el fin de su solitaria existencia e inicia su propia aventura...

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COMENTARIO

Hace tan solo unos minutos que he terminado de leer esta obra y todavía estoy saboreando su final. Este libro me lo regalaron hará cosa de un año y medio, creo que el día 5 de enero de 2012, si mal no me acuerdo y lo tuve encima de mi escritorio para leer durante mucho tiempo. ¿Por qué motivo no lo leía? Pues mi sed de lectura permanecía aletargada por tantas obras que empecé y que no terminé porque no me interesaban lo suficiente, que no me encontraba con ánimos de empezar más libros, pero estaba ahí, esperando a que yo lo abriese y desvelase el secreto que guardaba. ¿Qué me llevó a empezarlo? Pues no sé si es una tontería, pero hace unos días la misma autora de esta novela, Sandra, me empezó a seguir en twitter y al ver su biografía vi que era la escritora de ese libro y al ver tal coincidencia dije: "Tengo que leer ese libro". Y así lo hice. Al día siguiente de este inesperado suceso me dispuse a leerlo y por supuesto, las sorpresas que me llevé con el mismo, fueron múltiples.

En la lectura de esta obra me sentí sumergida y envuelta por la atmósfera de la misma, me sentí una Lara en calidad de observadora pero viviendo los acontecimientos como si me pasasen a mí. Pues sentía la angustia que sentía la protagonista y por momentos me daba ganas de gritarle a los protagonistas y decirle lo que yo veía pero parecía que ellos no, pues conforme leía muchos enigmas se iban resolviendo en mi mente y eso es algo que me hace disfrutar mucho de una historia.

Me vi a mi misma saboreando el primer beso con mi amor, cuando Lara y Julien se besaron por primera vez, sentí la angustia y el terror que sentía Lara cuando la iban a ejecutar, aunque yo tenía fe en que eso no sucediese, ya que era la protagonista y aunque podría sorprendernos con la muerte de la misma el relato, en el fondo deseabas que eso la mantuviese con vida y que un milagro sucediese.

Cuando constaté mis sospechas de que Margueritte había desaparecido me pareció tan misterioso todo que tuve la certeza de que algo tenía que ver con el misterioso espectro, aunque sus confesiones me sorprendieron de igual manera, he de decir.

El final de esta obra, concluye de una forma mágica, algo que esperabas y que por suerte sucedió, aunque ves que la historia se volverá a repetir, que alguien más podrá vivir su historia.

¿Qué será de mí sin saber nada más de Lara y de Julien? Pues supongo que todo transcurrirá igualmente, pero al haber finalizado esta obra, al haber terminado de leerla, siento como si una parte de mis sentimientos, esos que surgieron al leerla quedasen ahí.

La magia que transmite Sandra en sus palabras, en su forma de narrar que es ligera y a la vez sinuosa, me llevaron a un universo fantástico, y llevaron a su obra a figurar entre mis favoritas.

Recomiendo a todos los lectores de mi blog que si les gusta disfrutar de un buen libro, este es el suyo.

Una obra magnífica.

Sin duda, en cuanto pueda, adquiriré otro libro de esta escritora y volveré a envolverme en su forma de narrar, que sin duda es cautivadora y sublime.

viernes, 14 de marzo de 2014

La calidez de un verdadero abrazo

¿Sabes esa sensación de que aunque no haga mucho frío necesitas calor? Pero no cualquier calor, lo que necesitas es el abrazo cálido de un ser amado. No sabes lo que es la calidez que te puede dar otra persona hasta que alguien te ama y te protege del frío abrazándote. Es la sensación más pura, más bonita y sencilla del mundo y al mismo tiempo, la más maravillosa y la más difícil de sentir.

Hay muchos tipos de abrazos, pero solamente te darán calor, aquellos que se dan con mucho amor, pues la persona que te abraza lo hace con intención de darte cariño y de arroparte con su propio cuerpo. Un abrazo no se completa del todo, si las dos personas no están de acuerdo con el mismo, porque por mucho empeño que ponga la otra persona, si tú no quieres ser abrazada, no se completa.


Quien nunca ha abrazado con amor no entenderá lo que estoy diciendo, pero sin duda, el abrazo es la expresión suprema del amor, entrelazar el tu cuerpo con el de la otra persona formando uno solo. Pasando a formar parte del otro y al mismo tiempo él pasa a formar parte de ti, formando así un solo cuerpo en perfecta armonía. Sintiendo que por fin, entre los brazos de esa otra persona, hay paz. 

jueves, 13 de marzo de 2014

Entrelazados

Hay medias verdades y hay verdades enteras, en esta línea, hoy, mientras veía tranquilamente un anime, me fijé en algo que puede que a muchos de vosotros os resulte una tontería, pero yo me di cuenta de unas de esas verdades absolutas que sin haberme parado a pensar en ella siempre ha estado ahí.

Cuando era pequeña y acudía a clase de educación física, algunas veces nos obligaban a jugar a juegos por parejas, en los que algunas veces, teníamos que darle la mano a nuestro compañero. Cuando esto acontecía, nunca entrelazabas los dedos con tu compañero, si no que rodeabas la palma de su mano con tus dedos. Una forma de darle la mano más fría y marcando una cierta distancia, pero al mismo tiempo manteniendo la compostura para hacer bien el ejercicio que te mandaban.

Esta misma estrategia a la hora de dar la mano, se sigue con hermanos, padres, abuelos, primos, amigos y en algunos casos mas. Pero hay un momento, que suele llegar solamente una vez en la vida, que esta regla se rompe, pero solamente con una persona.

Cuando das por primera vez la mano a la persona a la que amas, a la que realmente quieres, en la cual confías y sabes que va a estar el resto de tu vida contigo, tus dedos buscan el hueco entre los suyos y viceversa, algo que sucede como si vuestras manos estuviesen hechas para encajar la una en la otra. Como si tu mano hubiese estado esperando toda su vida a esa otra mano, la cual nunca te dejará, siempre estará ahí para agarrarte, para darte cariño cuando lo necesites y siempre estará dispuesta a ayudarte.

Quizás esto no sea más que una teoría vacía, pero eso mismo fue lo que sentí yo, la primera vez que le di la mano a mi primer amor y al amor de mi vida, mi marido y el único que sé que estará ahí para darme la mano siempre que lo necesite. Porque al fin y al cabo, nuestras manos fueron creadas para estar unidas, mucho antes de que nosotros tuviésemos constancia de ello y pese a la distancia que las separaba, nuestras manos sabían que solamente su mano y la mía podían encajar y esperarían pacientemente el día en el que encajasen en perfecta armonía.

Dedicado a mi Gabriel. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Mantas, frío y gatitos

En la madrugada pasada, cuando iba a acostarme, a eso de las doce y media de la noche, había algo que no me dejaba dormir. Seguro que pensáis que era algún tipo de pensamiento que rondaba mi cabeza, pero nada más lejos de la realidad, era mi gata, que estaba a fuera, en el tejado, maullando como si se le fuera la vida en ello. ¿Qué le pasaba? Pues que iba a tener un parto inminente.

Yo no sabía qué hacer, mi madre me había dado órdenes expresas de no dejar entrar a la gata bajo ningún concepto, pero cada vez eran más lastimeros los maullidos de Marlene, mi gata. Entonces, extendí una vieja manta sobre el fondo de mi cama y abrí la ventana. Sí, dejé entrar a mi gata para que pariese en mi habitación.

Al principio, aunque estaba alterada, no paraba de ronronear y estaba contenta. Aunque la quise ubicar en el suelo, por si se le daba por corretear por toda la casa mientras paría, era imposible, ella quería estar cerca de mí y a ser posible, lo más cerca de mi cara posible. ¿Qué hice? Sentarme a su lado, mientras la acariciaba. La gata se empezó a tranquilizar gradualmente y finalmente se acostó y siguió ronroneando, pausadamente. Pero llegado un punto, noté como hacía fuerza con las patitas traseras y supuse, que estaría a punto de parir.

Llegados a ese punto me asusté, al borde de las lágrimas, porque no sabía qué hacer. Nunca había presenciado el parto de una gata, hemos tenido muchas, pero ninguna había necesitado de mi ayuda para parir y entonces, eso me asustaba mucho. Había muchas cosas que me preocupaban. No sabía si los gatitos vendrían bien y en el caso de que saliesen sanos, si los daría echado por si sola o si moriría en el parto. Este pensamiento, el de si moriría en el parto, me encogía el alma, era la primera gata que me quería tanto, solo a mí y reclamaba mi ayuda para parir y no sé, no podía dejarla a su suerte y la simple idea de perderla, me llenaba de tristeza y amargura. Maldije mil y una veces al gato que la dejó embarazada, porque no quería perder a mi gatita, y cabe señalar que ese gato me cae muy bien y de hecho salió de mi casa, pero no podía pensar otra cosa que en que mi gata podía morirse.

Una vez se dispuso a parir y después de echar mucho fluido anaranjado por la vagina, la gata empezó a maullar. No, no era un maullido normal, era un maullido de rabia y de dolor, empezó a comportarse como si estuviese cabreada, supongo que tal como las humanas, cuando dan a luz. Y gritaba, por lo tanto, no podía dejarla dentro de casa, o despertaría a toda la familia.

Dejé que diese a luz a su primer gatito, cuando lo hubo sacado y con este, un pedazo cordón umbilical que no me esperaba que fuese tan largo, los envolví a los dos en la manta y los llevé a un cobertizo que hay al lado de casa. Seguro que pensáis que el trayecto fue fácil, pero no, nada más lejos de la realidad.

El lograr envolverla con lo alterada que estaba con su bebé en la manta, me costó lo suyo, no paraba de patalear, pero yo le repetía palabras dulces, para que se calmase, porque sé que le tranquiliza que le hable, pero no lograba mucho. Cuando me dispuse a bajar las escaleras, estaba completamente nerviosa porque tenía miedo de caerme y matar a la gata y a su cría, la gata no paraba de moverse y el pequeño no paraba de maullar, con esa voz aguda que tienen los gatitos recién nacidos. Aunque las escaleras se me hicieron interminables, logré bajar. Por si creíais que ese era el peor de mis obstáculos, no, para nada, habría más.

Al llegar a la puerta de la entrada de casa, haciendo malabares logré abrirla, sin que se me cayese el gato, porque su madre ya había salido de entre las mantas y se encontraba en el suelo, maullando para que no la echase fuera, porque sabía lo que le esperaba.

Los problemas simplemente venían a mi búsqueda por sí solos. Pues cuando abrí la puerta, Sue, la otra gata que tenemos apareció y bien es sabido, que entre gatas no se suelen llevar bien y esta no era la excepción, Marlene se alteró y empezó a maullarle y a bufarle, hasta que yo la saqué de allí y envolví a Marlene con la manta, para poder llevarla al cobertizo, de una buena vez.

Antes de emprender la salida, en camisón y armándome con una linterna, porque hacía unos días que nos habíamos quedado sin farola, oportunamente, delante de casa, pues emprendí mi camino hacia el cobertizo, en una noche fría, a unos diez grados y soportando  las embestidas de una gata que quería salirse de la manta que la mantenía cautiva. Además, mi perra, Nara, no paraba de ladrar, estaba claramente exaltada por el espectáculo que estaba presenciando.

Al llegar al cobertizo, cogí una caja vieja y metí dentro la manta con madre e hijo, pero no, Marlene no se quedó quieta, estaba maullando e intentando coger a su bebé con la boca, y llevarlo para dentro de casa. Esto todo imaginároslo a oscuras, en un cobertizo lleno de arañas y frío, yo muriéndome de frío y una gata que no se tranquilizaba, pues lo único que quería era que se quedase allí, con su bebé y que lo amamantase y si fuese el caso, diese a luz a más gatitos, pero tranquilamente.

Esto todo había sucedido más o menos a la una de la mañana y yo me encontraba allí, en el cobertizo, con un camisón, una linterna y una gata con su bebé, estaba muriéndome frío, pero entonces llegó mi madre con una bombilla que me daría luz, gracias a un prolongador y una chaqueta, para que yo no me muriese de frío.

Mi idea era la de quedarme toda la noche con la gata, si era necesario. Dado que si no se tranquilizaba, yo no soportaría sus maullidos lastimeros en mi ventana, para que la dejase entrar y además, ahora tenía un gatito del que cuidar y yo no iba a permitir que ella pariese más crías en mi tejado, esa no era un buen parto para mi gata.

Estuve sobre una hora hablándole y diciéndole cosas para que se calmase, pero ella no quería meterse dentro de la caja, donde estaba la mantita y obviamente, era donde yo había metido a su bebé. En el suelo, había una chaqueta vieja, que era en la que solía acostarse tanto ella como Sue, pero que mi madre había trasladado allí por si la gata quería parir. Y entonces, decidí coger al gatito y ponerlo allí. Para mi sorpresa, la gata se acurrucó en torno a él y el gatito paró de maullar desconsoladamente y de moverse, porque se movía de un lado a otro, buscando a su mamá.

Cuando se hubo tranquilizado un poco, algo extraño pasó, empecé a escuchar chillidos, eran ratas, había ratas en el cobertizo y entonces se me pasaron cosas horribles por la cabeza. Que las ratas cogiesen al gatito si Marlene se separaba de él o cosas así. Decidí hacer ruido para que se fuesen y pareció ser efectivo, porque no volví a escuchar a esos bichos inmundos.

Cabe señalar que tengo un pavor desmesurado a las arañas y por lo tanto, aquel entorno me resultaba muy incómodo. Cada roce que notaba en mis piernas, pensaba que eran arañas y me revolvía mirando a ver lo que era. Había un montón de “caballitos del diablo” volando alrededor de mis piernas, como si quisiesen burlarse de mí. Y por un instante, me quedé mirando a una araña que estaba tejiendo una tela, lo cual me hizo sentirme todavía más inquieta. Pero no importaba, ninguna de mis fobias tenía cabida en aquella noche, ahora solo importaba Marlene y su bebé.

Después de acurrucarse en torno a su bebé, empezó a comerse el cordón umbilical del mismo. Eso me causó entre ternura y repulsión, porque obviamente no es una estampa que yo vea todos los días, pero por alguna extraña razón, parecía que hacer eso la tranquilizaba, el cuidar de su hijo, la estaba tranquilizando y ya no maullaba, ni se revolvía nerviosamente, como había hecho con anterioridad.

Cuando vi que estaba tranquila, ronroneando e intentando dar de mamar a su gatito, empecé a barajar la idea de irme a dormir, porque me estaba muriendo de frío, con tan solo un camisón y una vieja chaqueta de mi madre, en aquel cobertizo una noche fría y húmeda de otoño. Y además, mis paranoias a cerca de las arañas, tampoco ayudaban mucho. La besé con ternura en la cabeza y le dije que cuidase de su bebé, que era precioso. Y me encaminé hacia casa, no sin irme parando por el camino, por si la oía maullar y tenía que volver con ella. Pero no, no maulló y parecía que todo se había calmado.

Cuando llegué a mi cama y pensé en la experiencia que había vivido, pensé que era surrealista. Yo, Alba Gómez, me había convertido en la comadrona del primer parto de mi gata, había sido todo precipitado y muy confuso, pero el parto había sido un éxito al fin y al cabo, ya que había presenciado el nacimiento del único gatito de su primera camada. Y por fin, pude dormir tranquila, con mi gata acurrucada entorno a su gatito y yo calmada porque ella ya estaba feliz y ronroneando, con su primer hijo. 



jueves, 19 de septiembre de 2013

Requiem por el tiempo

Allá por donde voy, la gente va y viene de un lado a otro, de la casa al trabajo, quedan con sus amigos, juegan a algún juego, ven una película, hacen algo. ¿Pero qué hacen en los huecos que le quedan en el día? Matar el tiempo y de eso es de lo que quiero hablaros.

¿No veis qué absurdo es eso? El tiempo es oro. No necesitamos matarlo, lo que tenemos es que aprovecharlo. Puede que mañana no estemos vivos, puede que ahora mismo caiga un meteorito y aplaste mi casa y con ello, se lleve mi vida. ¿De qué sirve desperdiciar el tiempo? No os creáis que yo soy de esas personas que vive la vida segundo a segundo, no, no lo soy y por eso me da más rabia todavía.

Necesitamos vivir al máximo el tiempo que tenemos, completarlo con cosas que en realidad nos hagan felices. No creo que debamos sentarnos en frente de la caja tonta y quedarnos ahí pasmados, observando como el presentador de turno dice alguna gracia o viendo las desgracias que pasan por el mundo.

¿De qué sirve eso? ¿Te aporta algo en la vida? ¿Te hace más feliz? Si esta última pregunta, la respondes afirmativamente, entonces, adelante, hazlo, mira la televisión todo lo que quieras, ponte a hacer crucigramas, o juega con esa nueva aplicación de tu SmartPhone, no veo ningún inconveniente en ello, pero solo si esto te hace feliz. Si no, deja de matar ese tiempo, que podrías emplear en algo más satisfactorio para ti.

Sea como sea, no mates el tiempo, esa expresión es muy horrible, el tiempo no te ha hecho nada, solamente te hace crecer como persona, te hace madurar y aprender, con cada cosa que te sucede, tú avanzas hacia un lado u otro, pero avanzas. Y el tiempo, te ayuda en ello, te hace sabio y te hace aprender de la vida. Nunca asesines ni un solo segundo, porque créeme, en algún momento desearías tener un segundo más para algo importante y no lo tendrás y entonces, el tiempo, ya muerto, no podrá venir a ti.


¿Qué quiero decir con todo este rollo? Vive cada segundo de tu vida como si fuese el último, porque no sabes si te arrepentirás de no haberlo hecho. Y por favor, deja vivir al tiempo.