Hay medias verdades y hay verdades enteras, en esta línea, hoy, mientras veía tranquilamente un anime, me fijé en algo que puede que a muchos de vosotros os resulte una tontería, pero yo me di cuenta de unas de esas verdades absolutas que sin haberme parado a pensar en ella siempre ha estado ahí.
Cuando era pequeña y acudía a clase de educación física, algunas veces nos obligaban a jugar a juegos por parejas, en los que algunas veces, teníamos que darle la mano a nuestro compañero. Cuando esto acontecía, nunca entrelazabas los dedos con tu compañero, si no que rodeabas la palma de su mano con tus dedos. Una forma de darle la mano más fría y marcando una cierta distancia, pero al mismo tiempo manteniendo la compostura para hacer bien el ejercicio que te mandaban.
Esta misma estrategia a la hora de dar la mano, se sigue con hermanos, padres, abuelos, primos, amigos y en algunos casos mas. Pero hay un momento, que suele llegar solamente una vez en la vida, que esta regla se rompe, pero solamente con una persona.
Cuando das por primera vez la mano a la persona a la que amas, a la que realmente quieres, en la cual confías y sabes que va a estar el resto de tu vida contigo, tus dedos buscan el hueco entre los suyos y viceversa, algo que sucede como si vuestras manos estuviesen hechas para encajar la una en la otra. Como si tu mano hubiese estado esperando toda su vida a esa otra mano, la cual nunca te dejará, siempre estará ahí para agarrarte, para darte cariño cuando lo necesites y siempre estará dispuesta a ayudarte.
Quizás esto no sea más que una teoría vacía, pero eso mismo fue lo que sentí yo, la primera vez que le di la mano a mi primer amor y al amor de mi vida, mi marido y el único que sé que estará ahí para darme la mano siempre que lo necesite. Porque al fin y al cabo, nuestras manos fueron creadas para estar unidas, mucho antes de que nosotros tuviésemos constancia de ello y pese a la distancia que las separaba, nuestras manos sabían que solamente su mano y la mía podían encajar y esperarían pacientemente el día en el que encajasen en perfecta armonía.
Dedicado a mi Gabriel.
Nunca lo había pensado pero es muy bonito y muy cierto :)
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de que te haya gustado lo que he escrito y que bueno, de algún modo hayas sentido que es cierto lo que escribo y bueno, muchas gracias por leer y por comentar.
EliminarUn saludo. ^^
Ichii, ¿adivinas quién soy?
ResponderEliminarUna antigua amiga y una nueva lectora, que se pondrá al día rápido con tus entradas. Una amiga que también te debe una carta.
Me he sentido con el derecho de dejar un comentario en esta maravillosa teoría, pues últimamente me obsesionan éstas, y la que tú has narrado con tanta delicadeza y fluidez me encanta. Es tan dulce... ¡Increíble! Y nunca había pensado en ello, aunque me ha hecho sentir (tu texto) de nuevo la sensación de darle a alguien que quieres la mano... esa sensación indescriptible.
¡Hola! :D
ResponderEliminar¡Muchas gracias por tu comentario! Claro que sé quién eres, of course mi maravillosa Niju preciosa. <3 Me alegro que te haya gustado. A ver si me viene la inspiración y puedo hacer algo más extenso.
¡Un saludo y muchas gracias por pasarte por aquí! :D