- Los fríos barrotes cercan mi libertad, me siento en mi cubículo, y miro al vacío.
- ¡Aquí te traigo la comida! –aparece un señor, que me pasa la comida por debajo de la reja.
¿Carne? ¿Para qué quiero carne? Toda mi vida encerrada en esta jaula, mi vida no ha avanzado ni un ápice en todo este tiempo. ¿A caso la vida no está hecha para mí? ¿A caso esos pájaros que vuelan en el cielo merecen más que yo la libertad? ¿Por qué yo no tengo alas? Porque no estoy hecha para ser libre ¿Quizás? ¿Para qué comer? ¿Para qué beber? ¿Para qué molestarse en respirar?
Hoy ya no alcanzo a encontrar sentido a mi existencia, he dejado de tener esperanza.
Ya me da igual la gente que me venga a ver, ya me da igual los premios que me quieran dar por portarme bien, ya no quiero hacer nada.
Ya me da igual todo si no puedo correr libre, si no puedo surcar los cielos rosas, si no puedo ver las estrellas, si no puedo sentir la naturaleza bajo mis pies, ya me da igual.
- ¡Come! –me dice el señor que me trajo la comida, al ver que todavía no me he acercado a ella.
Renuncio a comer, renuncio a beber, renuncio a respirar, simplemente renuncio.
- ¡¿Todavía no has comido?! –el señor llega, su cara de cabreo es muy grande- ¡¿Qué coño te pasa bestia?!
Lo ignoro totalmente.
- Con que estas tenemos. Ya verás.
Se va. ¿Qué va a hacerme? La verdad, me da igual. ¿Qué tengo que perder? No tengo nada valioso, por no tener no tengo ni vida.
Entra en la jaula, con cara de cabreo y un látigo.
Una hora aproximadamente pegándome, canalizando toda la ira en golpes, ante mi impasividad. Ya no me duele. Si me mata ya tendré trabajo ahorrado. De hecho, esta paliza que sale de mi monotonía hasta se me hace entretenida. Me duele, sin duda, pero no me quejo, porque es lo que quiero. Morir.
Mi meta ahora mismo es morir.
Tardaré unos días así, lo sé, pero si al final llega mi final, todo valdría la pena, para por lo menos una vez en mi vida hacer algo que realmente quiero, morir.
Al fin y al cabo, seguro que en otra parte del mundo, hay otra osa como yo que puede dar lo mismo que doy.
Hoy he elegido morir, por haberme negado mi innata libertad.