Érase una vez un niño y una niña, que vivían muy lejos el uno del otro, pero por casualidades del destino, coincidieron ambos en el mismo lugar al mismo tiempo.
Ese día, la niña, empezó su verdadero sueño, pues ella, encontró a su príncipe, no era un príncipe azul, pero era el suyo, uno hecho a su medida.
Un precioso 27 de julio de 2012, ellos empezaron su historia de amor. Una historia de amor sin fin, que los juglares hablarían durante muchos años de ella.
¿Queréis que os cuente un secreto? Vale, os lo contaré. Esa niña, soy yo, la humilde escritora de este blog, y ese niño, es él, mi precioso Gabriel.
Eres lo que más quiero, tú me has regalado los mejores momentos de mi vida. Tú me rescataste cuando todo estaba oscuro, cuando no veía el final del túnel, pero tú apareciste con una linterna, y me llevaste a la salida.
Hoy, gracias a ti, mi pequeño, sonrío, porque eres lo mejor de este mundo, y sin duda, puedo decir, que he encontrado a la persona con la que quiero compartir todas mis alegrías y las mínimas tristezas. Te quiero, siempre te he querido, te quise incluso antes de que tú tuvieses constancia de ello. Eres lo que siempre me levantará, y lo que siempre me mantendrá con vida. Eres mi luz, eres todo.
Te amo, Gabriel. Me has regalado el mejor año de mi vida.