lunes, 16 de enero de 2012

No quiero ser princesa

“Y el príncipe no acudía para despertarme de mi letargo mágico con un beso de amor, pero al fin y al cabo, tampoco yo era una princesa” Bella Swan, Luna Nueva.


Él se había ido, las noches eran largas, los días eran tan o más largos que las noches, los sueños se tornaban en pesadillas, los buenos recuerdos se le antojaban malos por momentos, todo había cambiado, su alma se estaba pudriendo, se pudría en su largo e insano letargo, no hacía más que andar de la cama al sofá, como si fuera un zombi como si ya no albergara vida alguna en su cuerpo, ella lo necesitaba, necesitaba que él volviese, y la despertase, y le diera otra vez luz a su vida.

Se estaba cansando de vivir, le parecía mucho sufrimiento para un solo cuerpo, estaba pensando en abandonar su forma corpórea para que no le siguiera doliendo en lo más hondo del pecho, para que las piernas no le fallaran al recordar que él la había abandonado a su suerte, para que no se le clavasen mil puñales en el alma cada vez que recordaba aquel velero partiendo, para que ni siquiera pudiera sentir el más leve de los dolores.

Su alma se estaba consumiendo por momentos, como si se tratase de una colilla esperando su fin en el cenicero. Se cansaba, se cansaba de llorar por dentro y por fuera, el agua de sus ojos ya se había acabado y había dado paso a la sangre, lloraba sangre, la sangre de sus ojos dolorosos, de su garganta salían duros sollozos, pero él no iba a volver, se había cansado de ella, él no la amaba, creía que era una niña, y buscaba una mujer.

Su parte de niña murió el día en el que se dio de cuenta de que ya no lo iba a volver a ver, cuando fue consciente de que ya no había vuelta atrás en este camino, él se había ido y a otra habría encontrado y así la habría olvidado, como si nunca hubiese existido, como si solo importase lo que le estuviera sucediendo en el presente.

Estaba paralizada en el tiempo, ni envejecía ni se rejuvenecía, era como si ella no fuese más que un instante que había sucedido una vez y que nunca más iba a suceder y por eso no necesitaba avanzar.

Su alma no emanaba más que dolor y amor, amor por él y dolor por estar sin él.

Parecía como si su príncipe se hubiera olvidado de ella. A veces le veía en sueños y creía que era real, que había vuelto a por ella, a despertarla de su letargo duro y doloroso, pero cuando ella se despertaba recordaba que ella nunca había sido ni era una princesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario